Nunca tan solo, nunca tan acompañado...
Nunca tan Pedro, nunca tan Francisco...
Hoy como nunca te hemos experimentado como piedra, como
padre, como hermano...
Hoy como nunca nos sentido acompañado en nuestros miedos, en
nuestra perplejidad...
Hoy como nunca te hemos dejado de juzgar para dejarnos que
nos ayudes a despertar al Maestro, porque en este atardecer de la humanidad
todos sentimos que perecemos...
"La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y
deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos
construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades"
"Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos
estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de
querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia
común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de
hermanos".
Gracias Francisco por ayudarnos a presentarle a Jesús
nuestros miedos para juntos suplicarle: "Despierta, Señor"
Gracias Francisco por ayudarnos a reconocer que "en
nuestro mundo, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de
todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y
trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos
despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de
los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo.
Gracias Francisco por recordarnos que "el comienzo de
la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos
nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas.
Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se
naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que
nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque
con Dios la vida nunca muere.
Gracias Francisco por invitarnos a mirar el ancla, el timón
de toda esperanza: la Cruz del Señor."En medio del aislamiento donde
estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando
la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva:
ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a
reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a
potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la
llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la
esperanza."
Gracias Francisco porque volvimos de la Plaza de San Pedro
distintos. Con el ánimo renovado deseosos de recrear "espacios donde todos
puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de
fraternidad y de solidaridad."
Gracias Francisco por ponernos bajo el amparo de la Madre,
"estrella del mar tempestuoso" y hacernos sentir la fe petrea de
Pedro que nos recuerda que no tengamos miedo porque El Señor está con
nosotros.
Gracias Francisco.... simplemente porque hoy sentimos tu
abrazo consolador y nos congregaste para animarnos como Iglesia unida a poner
fijos nuestros ojos en Jesús, nuestro único Señor. Y la oración se viralizó,
las distancias se acortaron y la plaza se vacía se transformó en un gran
cenáculo.
Gracias Señor... Nos volvemos a casa más serenos. Resuena
tus palabras en nuestros corazones. "No tengan miedo" ...
Y al atardecer de este viernes, todos nos sentimos
reconfortados porque "descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos
cuidas” (cf. 1 P 5,7). Amén.
Alejandro José Puiggari
0 comentarios:
Publicar un comentario